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Resumen de Sobre doctrina y estilo del romanticismo español

José Luis Varela Iglesias

  • Tanto el cuerpo doctrinal como las divergentes corrientes del Romanticismo –la tradicional y cristiana, la liberal que le sigue y el eclecticismo final– aparecen fuertemente politizadas. Si añadimos que el inicio es encabezado por Boehl de Faber y contradictores (Mora, Alcalá Galiano, etc.) y continúa hasta nuestros días con estudiosos actuales, generalmente discípulos extranjeros de exiliados españoles (E. King, Llorens) apelan a la esencia permanente de lo español y sus creaciones más originales, se hace imposible no reivindicar con simpatía la obra de un alemán converso al hispanismo y a la fe mayoritaria de los españoles cuando su país desconoce todavía la unidad política y religiosa, como la que admira en la vida e historia española.

    Por otra parte, la superación de ambas corrientes románticas, la cristiana y la liberal mediante un cierto eclecticismo, posterior a 1840, no se debe a la creación de los Ateneos y Liceos (A. Peers) sino al peso de la tradición literaria y voluntad artística de los poetas y la restauración del culto a los clásicos (Garcilaso, Lope, Calderón, etc.) por parte de los propios poetas, como revela la actuación de Espronceda, Gil y Carrasco, de una parte, y en sentido contrario, la de Mesonero, con una sátira muy aplaudida de las extravagancias del romanticismo liberal. Muy buena prueba constituyen también dos géneros muy característicos del nacionalismo romántico, costumbrismo y novela histórica, cultivados brillantemente por Larra.


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