Si tomamos la globalización como sistema abierto e integrado, inspirado en la libre circulación de capitales, productos, ideas..., no hay una alternativa mejor. El futuro nos depara participar de la oferta comercial y cultural de otros países, no obstante, también se compartirán los males extranjeros. Los gobiernos centrales jugarán un papel determinante y en su gestión de lo nuevo deberán tomar nota del respeto a las raíces. Las empresas culturalmente globales y tecnológicamente punteras serán líderes, siempre que sean una cantera de talentos y cuenten con gente comprometida.
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