Causan más muertes que los accidentes de tráfico o las armas de fuego. Los opiáceos, tras haber devastado los guetos de poblaciones negras en los años 1990, diezman hoy en día las periferias residenciales y la pequeña clase media estadounidense. Esta epidemia de sobredosis, inédita por su magnitud y por sus víctimas, lo es también por su origen: los consumidores se han convertido en dependientes al ingerir analgésicos recetados por sus médicos.
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