Más dureza y mayor poder en el partido. Pero, también, más dialogo con los enemigos. Y siempre, con un ojo puesto el flanco izquierdo, pero con la estrategia bien enfocada al centro, a golpe de ninguneo a Cs y guiños al Gobierno de Rajoy. Esta es la complicada estrategia con la que Pedro Sánchez trata de superar el bajón político que han supuesto para el PSOE la amenaza de las encuestas, que lo sitúan como tercera fuerza, y el traspiés en la crisis catalana. De ahí su decisión de viajar a Sevilla el 28-D, con su enemiga Susana Díaz, así como su reciente acercamiento a históricos como González, Rubalcaba o Zapatero, con los que, en busca de la foto, no ha terminado de conseguir dar la imagen de unidad que persigue.
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