Para comprender la economía colaborativa se precisa de una definición que sea tan robusta en lo conceptual como verdadera en lo sustantivo. El cometido general de este artículo es analizar algunas de las dificultades que entraña desarrollar una correcta definición de tal concepto. El objetivo particular es examinar aquella perspectiva que defiende la economía colaborativa como un conjunto de prácticas económicas con una pretensión emancipadora o democratizadora del actual sistema económico. Lo que se muestra es que esta perspectiva parte de ciertas asunciones propias de la teoría económica liberal y neoclásica y, por ello, está condenada a replicar parte de sus limitaciones. Las conclusiones sugieren que, para sostener una defensa rigurosa de la economía política en sentido emancipador, es necesario tener en cuenta tanto los factores institucionales y políticos que configuran los mercados, como la naturaleza cognitiva con que operan los seres humanos.
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