Tres rasgos han caracterizado tradicionalmente a las operadoras de telecomunicaciones: actuaban en monopolio, limitaban sus operaciones a un sólo país (o a una región dentro de él) e integraban verticalmente en la construcción y explotación de redes, en diseño de servicios y la venta de estos. Este modelo, que ha permanecido estable durante más de sesenta años, está experimentando la acción de cambios legales, tecnológicos y empresariales que van a conducir a la implantación de un nuevo paradigma empresarial.
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