En este artículo se examina el rasgo gramatical propio del español y de otras lenguas romances de marcar el complemento directo, especialmente el que tiene referente de persona, mediante la preposición a. El estudio se inicia con algunas nociones sobre transitividad y complementos, postula que el complemento directo preposicional debe de tener su origen en el latín, pues se da en una extensa zona de la Romania, examina las posibles motivaciones semántico-funcionales para su uso (desambiguación cuando tanto el complemento como el sujeto son animados, capaces de funcionar como agentes, individuación, relieve o énfasis). Se presenta luego una buena cantidad de textos de construcciones con complemento directo, con y sin preposición. Se concluye afirmando que en el uso u omisión de la preposición el hablante tiene casi total libertad de elegir una vez eludida la ambigüedad y que la única regla a este respecto que no se viola nunca es que el complemento directo pronominal se construye con a.
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