Las aguas del Partido Popular bajan revueltas. La debacle del 21-D y la amenaza demoscópica de Ciudadanos inquietan al más templado y azuzan las peleas internas. La principal damnificada es la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a quien sus enemigos culpan del desenlace del procés y del fiasco del 1-O. Pero Mariano Rajoy sigue confiando en su fiabilidad. Como número dos o como posible candidata a la Alcaldía de Madrid, puesto para el que encabeza las quinielas. Eso significa que se avecinan cambios. Antes, si las posibles salidas de Xavier García Albiol del PPC y de Luis de Guindos de Economía exigen una respuesta temprana. En todo caso inevitablemente si, como dice el líder conservador, va a “reforzar la oferta de candidatos” para “dar la batalla” en las elecciones que se avecinan.
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