Brasil vivió un momento de cambio de régimen en versión propia de "revolución de colores", conforme el concepto consagrado en la literatura de las relaciones internacionales del siglo XXI. A partir de la segunda vuelta de las elecciones de 2014, se observa la presencia de la llamada nueva derecha, aprovechándose de una doble ventana de oportunidades. Por un lado, el modelo de movilización masificada a través de las redes sociales y plataformas digitales, demostrado como eficiente en la rebelión popular de 2013; que estuvo hasta entonces bajo la hegemonía de la izquierda en la crítica de la globalización capitalista. Otra ventana fue el "remar a favor", tanto de las denuncias de la “fuerza tarea” de la Operación Lava Jato, como de la programación y difusión mediática a través de los conglomerados de Río de Janeiro y São Paulo.
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