A partir de marzo de 2016, Europa (UE) deporta a Turquía a la mayoría de los refugiados sirios que se acercan a sus costas en busca de un refugio seguro mediante un "procedimiento rápido". La UE y Turquía han firmado lo que se conoce comúnmente como el "Acuerdo UE-Turquía". Turquía ya alberga el mayor número de refugiados del mundo, pero al haber aceptado acoger a un número aún mayor de solicitantes de asilo, recibe concesiones económicas y políticas. En este artículo sostengo que el acuerdo es parte de un paradigma más amplio, el paradigma de la permanencia, que reemplaza al anterior paradigma de temporalidad. Los Estados comenzaron a buscar soluciones a largo plazo en lugar de soluciones a corto plazo ante el hecho de que el limbo prolongado al que se aboca a los refugiados sirios obliga a los solicitantes de asilo a desafiar fronteras para lograr entrar. La llegada masiva no se detendrá, como mostraban las desoladoras imágenes del "verano de los refugiados" de 2015, dado que el retorno de los refugiados a Siria en un futuro cercano no resulta muy plausible; la situación de guerra continua ha provocado la destrucción masiva de gran parte del país. Además, argumento que sólo si hacemos una valoración de si es ético que la UE rechace activamente la permanencia de un pueblo en su territorio, pagando a otros para que los acojan, podremos entonces evaluar si la política fronteriza actual dentro de la cual se ha firmado el acuerdo UE-Turquía es moral y políticamente sostenible.
As of March 2016, Europe (EU) deports most Syrian refugees approaching its Southern shores in search of a safe haven on a "fast track procedure" to Turkey. The EU and Turkey sealed what is commonly called the "EU-Turkey Deal". Turkey already hosts the highest number of refugees in the world, but by accepting to host even more asylum seekers, it receives economic and political concessions. In this paper I argue that the deal is part of a larger paradigm, the paradigm of permanency, which replaces the previous one of temporariness. States started seeking long term solutions, instead of short term ones, in view of the fact that the protracted limbo into which Syrian refugees are plunged forces asylum seekers to challenge borders, and seek entry. Movement en masse will not stop, as the appalling images of the 2015 "Summer of Migration" showed, given that the return of refugees to Syria in the foreseeable future is not plausible; the ongoing war wrought massive destruction in most parts of the country. I further argue that only by assessing whether it is ethical for the EU to actively refuse permanency of a people on its soil, by paying off others to host them, can we evaluate whether the current politics of borders, within which the EU-Turkish deal is sealed, are morally and politically sustainable.
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