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Ecocritical engagement in a pixelated world

  • Autores: Adena Rivera-Dundas
  • Localización: Ecozon@ [Ecozona]: European Journal of Literature, Culture and Environment, ISSN-e 2171-9594, Vol. 8, N. 2, 2017 (Ejemplar dedicado a: Green computer and video games), págs. 121-135
  • Idioma: inglés
  • Títulos paralelos:
    • El compromiso ecocrítico en un mundo pixelado
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      ¿Cómo se puede hablar de la materialidad o la personificación cuando el “cuerpo” y el “ambiente” de los cuales hablamos están siempre separados por una pantalla? Mediante un análisis cuidadoso de “Proteus” (Twisted Tree, 2013) y “Islands: Non-Places” (Ice Water Games, 2016), este trabajo argumenta que algunos videojuegos fomentan la relación empática entre el jugadory el mundo a causa de—y no a pesar de—la existencia del videojuego como un mundo virtual. Como estos dos juegos limitan la interacción del jugador y manipulan la experiencia del tiempo, “Proteus” y “Islands: Non-Places” obligan al jugador a reflexionar sobre la posición que ocupa en el mundo y a cuestionar las expectativas de dominio y control que típicamente se hacen realidad en los videojuegos. El uso de la ecocrítica material impulsa el análisis de estos videojuegos. Concretamente, al considerar algunas teorías del tiempo—como la idea del “paso de la caminata” de Anna Tsing y la noción de la “violencia lenta” de Rob Nixon—junto al concepto de la materia vibrante de Jane Bennett y la definición de la ecocrítica material propuesta por Serenella Iovino y Serpil Oppermann, este trabajo sostiene que los mundos de “Proteus” y “Islands: Non-Places” exigen que el jugador considere el medio ambiente. Estos dos juegos rechazan el deseo humano de tocar, cultivar y dominar el ambiente; más bien ofrecen un montaje que incluye al jugador físico y el mundo virtual. “Proteus” y “Islands: Non-Places”, que son construcciones hechas por el ser humano para ser vividas por el ser humano, impulsan una apuesta por la vitalidad del mundo—tanto dentro como fuera del juego.

    • English

      How does one talk about materiality or embodiment when the “body” and the “environment” in question are forever separated by a screen? Through close readings of “Proteus” (Twisted Tree, 2013) and “Islands: Non-Places” (Ice Water Games, 2016), this essay argues that certain video games articulate empathetic relationships between player and world, because of—rather than despite—the video game’s position as a virtual realm. Because these two games limit player interaction and manipulate experiences of time, “Proteus” and “Islands: Non-Places” force the player to critically inhabit her position in the world and to question her expectations of dominance and control as typically experienced in video games. Applications of material ecocriticism drive the readings of these video games. Specifically, by considering theories of time—both Anna Tsing’s pace of walking and Rob Nixon’s slow time of environmental disaster—together with Jane Bennett’s concept of vibrant matter and Serenella Iovino and Serpil Oppermann’s definition of material ecocriticism, this essay argues that the worlds of “Proteus” and “Islands: Non-Places” demand an environmental attention from the player. These two games reject the human desire to touch, cultivate, and master the environment, offering, instead, a digital assemblage that includes the corporeal player and the virtual world. “Proteus” and “Islands: Non-Places”, human-made constructions designed for human consumption, drive an investment in the vibrancy of the world—both within the game and without.


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