Gestión cinegética racional ligada a la praxis de la caza y la recolección. ¿Entelequia aristotélica o quimera? Desde los albores de su historia filogenética, el consumo de proteínas de origen animal ha tenido gran relevancia en la evolución de los humanos. La caza cooperativa representa una estrategia evolutiva estable a partir del momento en que los cazadores paleolíticos se especializan en la persecución de grandes animales. Todo este proceso implica la adopción de decisiones relacionadas con la gestión de la caza, algunas de las cuales siguen siendo utilizadas por los cazadores-recolectores contemporáneos. En estas sociedades que todavía practican la caza como medio de subsistencia, la composición de sus respectivas dietas y las técnicas de explotación empleadas son explicables bajo supuestos teóricos contenidos en la Teoría del Forrajeo Óptimo (TFO). Con objeto de poner a prueba dicha teoría, se han tomado en consideración cuatro decisiones que implican la adopción de diferentes estrategias de gestión por parte de los cazadores-recolectores: I) qué comer, II) dónde y cómo buscar el alimento, III) cuáles son el tamaño y composición más adecuados del grupo de cazadores-recolectores y IV) qué pautas de manipulación y reparto de las presas son más eficientes. La TFO se ha puesto a prueba en diversas ocasiones y, en un alto porcentaje de los casos estudiados, sus predicciones se ajustan a lo observado en distintas sociedades cazadoras-recolectoras. Esto significa que la maximización de los rendimientos de captura a corto plazo es su principal preocupación, en lugar de comportarse como “depredadores prudentes” o realizar una selección pasiva de sus presas en función del tamaño, accesibilidad y abundancia de las mismas. Dicho comportamiento no niega que los cazadores-recolectores actúen como conservacionistas pero descarta que esa sea la principal preocupación de su modo de vida. No cabe duda de que los pueblos indígenas tienen un amplio conocimiento del medio, pero no está claro si lo utilizan para mantener un balance con la naturaleza o para ser cazadores más eficientes Es más probable que la extracción sostenible se deba a una baja presión de caza en zonas donde abundan las presas, lo que constituye un epifenómeno en lugar de una estrategia deliberada de conservación. A tenor de los datos disponibles, seguir manteniendo el mito del salvaje ecológicamente noble es tan falaz como peligroso de cara a la solución de sus problemas presentes y futuros. Dicha concepción errónea deriva, en parte, de confundir sostenibilidad y conservación. No obstante, resulta oportuno recordar que las conclusiones derivadas de la presente revisión tienen un valor estrictamente académico y no justifican juicios morales improcedentes respecto a los derechos de los cazadores-recolectores.
Rational management of hunting and gathering: An Aristotelian entelechy or a chimera? Since the dawn of time, consumption of animal protein has been crucially important to the evolution of humans. Cooperative hunting is an Evolutionarily Stable Strategy from the time when Palaeolithic hunters specialized in the pursuit of large animals. The entire process involves making decisions related to game management, some of which are still used by contemporary hunter-gatherers. In these societies, which still practice subsistence hunting, the composition of their diets and the exploitation techniques employed are explained by the theoretical underpinnings contained in the Optimal Foraging Theory (OFT). In order to test this theory, we have taken into account four decisions involving the adoption of different management strategies by hunter-gatherers: I) what to eat, II) where and how to look for food, III) the most appropriate size and composition of the group of hunter-gatherers and IV) the most efficient guidelines for the handling and distribution of prey. The OFT has been tested several times, and in a high percentage of cases studied, its predictions fit observations made in various hunter-gatherer societies. This means that maximizing catch yields in the short term is their main concern, rather than behaving as ‘cautious predators’ or passively selecting prey according to their size, accessibility and abundance. Such behaviour does not contradict the possibility that hunter-gatherers can act as conservationists, but discards the idea that this is the main focus of their way of life. There is no doubt that indigenous peoples have a wide knowledge of the environment, but it is unclear this knowledge is used to maintain a balance with nature or to be more efficient hunters. It more likely that the presence of sustainable hunting of game is due to low hunting pressure in areas where animal prey is abundant, and is thus an epiphenomenon rather than a deliberate strategy by hunters to conserve prey stocks. On the basis of available data, to continue to uphold the myth of the ‘ecologically noble savage’ is as fallacious as it is dangerous in the face of current and future problems. This misconception stems, in part, from the confusion of what is meant by sustainability and conservation. However, it should be noted that the conclusions drawn in this review are strictly academic and do not justify improper moral judgments about the rights of hunter-gatherers.
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