La organización Internacional del Trabajo (oIT) ha diseñado un concepto de vital importancia para que los trabajadores y trabajadoras realicen su prestación laboral en condiciones de dignidad: el trabajo decente. Cuatro elementos son esenciales para poder considerar que un trabajo se desarrolla bajo los parámetros de este concepto: el respeto y la promoción de los derechos fundamentales en el trabajo, los derechos colectivos, la protección social y el diálogo social. Un indicador de trabajo decente viene dado por el cumplimiento del principio de igualdad y no discrimi-nación en el trabajo, dentro de la conformación de los derechos sociales como derechos humanos sociales, que, tal como prevé la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, establece la dignidad como principio indisociable a la igualdad ya en su artículo primero. Sin embargo, en América Latina muchas mujeres sufren de condiciones de trabajo extremadamente precarias y de abusos que a veces incluso des-embocan en situaciones de violencia en el trabajo y de acoso sexual. Esta realidad, en el contexto de América Latina, se puede ilustrar a través de tres ejemplos: 1) el trabajo en el sector agrario; 2) la prestación laboral que se desarrolla en las maquilas, y 3) el trabajo doméstico. Todos estos sectores, en los que prevalece la mano de obra de las mujeres, difícilmente cumplen los estándares mínimos de trabajo decente que se han enunciado. El objetivo de este trabajo es mostrar esas carencias y exponer alguna tímida línea de tendencia que abre el camino de la esperanza ha-cia una mejor situación de estas mujeres.
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