Jean-Michel Belorgey nos presenta, en una excelente obra monográfica de excepcional valor bibliográfico y literario, un testimonio privilegiado de su experiencia como miembro, presidente y ponente general del Comité Europeo de Derechos Sociales durante más de una década (concretamente, doce años).
Estructurado en doce capítulos, su estudio monográfico nos ofrece un análisis crítico del estatuto actual de los derechos sociales en Europa a través de una trama que se desarrolla en la sede del Comité Europeo de Derechos Sociales en Estrasburgo, el edificio “Agora”. El título, “Agorafobia”, es revelador de la crítica efectuada por el autor; el subtítulo, “la compleja construcción de la casa común europea de los derechos sociales” (que hemos incorporado con la amable autorización del autor) es exponente de los desafíos a los que se enfrenta la protección efectiva de los derechos sociales en Europa en el actual contexto de crisis.
En efecto, el autor examina los avatares de la construcción de dicho edificio, el traslado a él del Comité Europeo de Derechos Sociales (tras ser “desgajado” del Tribunal Europeo de Derechos Humanos junto al que se encontraba en la sede actual de la jurisdicción europea de los derechos civiles y políticos, en detrimento “estético” o “cosmético” del principio de indivisibilidad de todos los derechos humanos que proclama explícitamente en su Preámbulo la Carta Social Europea revisada de 1996) y, sobre todo, los complejas relaciones humanas, políticas, diplomáticas y burocráticas que se desarrollan en el “Ágora”.
En particular, el hilo argumental del autor consiste en presentar su compromiso a favor de los derechos sociales y de la dignidad humana a través de una compleja construcción en la que influyen factores diversos que sitúan al Consejo de Europa como el edificio que alberga una gran empresa común europea (a veces subversiva, a veces acertada, en el modo de seleccionar a sus dirigentes políticos, a sus burócratas, a su personal administrativo y a los miembros de sus numerosos órganos de monitoreo, entre los que destaca justamente el Comité Europeo de Derechos Sociales), es decir, la Organización paneuropea por excelencia.
En este sentido, “Agorafobia” tiene un marcado carácter biográfico y autobiográfico, que narra con tono crítico e irónico la vida cotidiana en el “Ágora” (en sus salas de reuniones, en sus pasillos, en sus despachos, en la cafetería, etc.) alrededor del funcionamiento interno del Comité Europeo de Derechos Sociales y sus miembros, así como del personal del Servicio de la Carta Social Europea, en el contexto de unas relaciones humanas complejas (con numerosas reuniones, celebraciones, conspiraciones, contradicciones -“no hay reuniones públicas en el Ágora”- conflictos de competencia e incompetencia, espacios de inmunidad, opresión burocrática, pausas-café, etc.) en las que están implicados desde el Secretario General del Consejo de Europa hasta los camareros de la cafetería del “Ágora”, pasando por los servicios de seguridad o de traducción e interpretación. Jean-Michel Belorgey somete a escrutinio interesantes paradojas como el hecho de que la política de personal del Consejo de Europa no esté sometida a los estándares de la Carta Social Europea, o que los recursos dedicados a la defensa de los derechos sociales sean deficitarios.
En fin, “Agorafobia” permite entender mejor los retos a los que se enfrenta la efectividad cotidiana de los derechos sociales en beneficio de los ochocientos millones de personas que viven en Europa. La obra de Jean-Michel Belorgey es una apuesta para superar las “fobias” que afectan a los derechos sociales, de tal suerte que el “Ágora” debe erigirse en la verdadera “Casa común europea de los derechos sociales” y, en paralelo, la Carta Social Europea (y la jurisprudencia del Comité Europeo de Derechos Sociales) ha de considerarse como la real “Constitución Social de Europa”, sin perjuicio de las sinergias con la Unión Europea que se promueven en el marco del denominado “Proceso de Turín”. En suma, la Carta Social Europea debe ser asumida como el auténtico pilar europeo de los derechos sociales.
Jean-Michel Belorgey presents us, through an excellent monographic study of exceptional bibliographic and literary value, a privileged testimony of his experience as a member, president and general rapporteur of the European Committee of Social Rights for well over a decade (specifically, twelve years).
Structured in twelve chapters, its monographic study offers us a critical analysis of the current status of social rights in Europe through a plot that takes place at the headquarters of the European Committee of Social Rights in Strasbourg, the "Agora" building. The title, "Agoraphobia", reveals the criticism made by the author; the subtitle, "the complex construction of the common European house of social rights" (which we have incorporated with the kind permission of the author) is an example of the challenges facing the effective protection of social rights in Europe in the current context of an ongoing crisis.
Indeed, the author examines the ups and downs of the construction of said building, the European Committee of Social Rights’ transfer to it (after being “drastically separated" from the European Court of Social Rights in the current headquarters of the European jurisdiction of civil and political rights). This transfer was unfortunately done through a negative "aesthetic" or "cosmetic" operation breaching the principle of indivisibility of all human rights which is explicitly proclaimed in the Preamble of the 1996 Revised European Social Charter). Above all, the author examines the complex human, political, diplomatic and bureaucratic relations that take place in the "Agora".
In particular, the author's central focus consists of presenting his commitment to social rights and human dignity through a complex construction which is determined by various factors, placing the Council of Europe as the building that houses a European joint undertaking (sometimes subversive, sometimes right, in with regard to the selection its political leaders, its bureaucrats, its administrative staff and the members of its numerous monitoring bodies, among which the European Committee of Social Rights stands out); in other words, the pan-European Organization par excellence.
In this sense, "Agoraphobia" is strongly biographical and autobiographical in nature. It narrates with a critical and ironic tone the daily life in the "Agora" (in its meeting rooms, in its corridors, in its offices, in the cafeteria, etc.). It also describes the internal functioning of the European Committee of Social Rights and its members, as well as the staff of the Department of the European Social Charter, through the lens of a context of complex human relations (with numerous meetings, celebrations, conspiracies, contradictions -"there are no public meetings in the Agora"-, conflicts of competence and incompetence, areas of immunity, bureaucratic oppression, coffee breaks, etc.) where, among others, the General Secretary of the Council of Europe, the civil servants, the waiters of the "Agora" cafeteria, security staff, or translation and interpretation services, are involved. Jean-Michel Belorgey scrutinizes interesting paradoxes, such as the fact that the personnel policy of the Council of Europe is not subject to the standards of the European Social Charter, or that the resources dedicated to the defense of social rights are insufficient.
In short, "Agoraphobia" allows us to better understand the challenges faced by the daily effectiveness of social rights for the benefit of the eight hundred million people living in Europe.
The monographic work of Jean-Michel Belorgey is key to overcome the "phobias" that affect social rights, in such a way that the "Agora" must be erected in the real "Common European House of Social Rights" and, at the same time, the European Social Charter (and the case-law from the European Committee of Social Rights) has to be considered as the real “Social Constitution for Europe”, without prejudice to the synergies with the European Union that are promoted in the framework of the so-called "Turin Process". To sum up, the European Social Charter must be undertaken as the true European pillar of social rights.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados