Los naufragios primero del Erika y luego del Prestige provocaron en muy corto espacio de tiempo dos de los mayores episodios de contaminación marítima ocurridos en aguas europeas. Sus negativas experiencias han servido para que la Unión Europea, con España a la cabeza, proponga y adopte medidas inmediatas y más tajantes para impedir la navegación de petroleros monocasco semejantes a los que desencadenaron esas catástrofes. La Organización Marítima Internacional decidirá también en breve la aplicación, a nivel mundial, de las iniciativas planteadas por la UE. El objetivo es claro: aumentar la seguridad marítima retirando de la circulación las bombas de relojería que representan los buques de casco sencilloque transportan cualquier tipo de fuel.
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