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A Story of her own: the absence of romance in Zero Dark Thirty

    1. [1] Universidad de Sevilla

      Universidad de Sevilla

      Sevilla, España

  • Localización: Oceánide, ISSN-e 1989-6328, Nº. 8, 2016
  • Idioma: inglés
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      Tomando como base la teoría de que La noche más oscura puede describirse como la auténtica película para chicas, el presente artículo explora los precedentes, efectos y potencial de una protagonista sin rastro de subtrama sentimental en una producción hollywoodense. Maya responde a la evolución de tres papeles legendarios en el cine contemporáneo: Ripley, Sarah Connor y Clarice Sterling. Obviamente comparada con Carrie Mathison de Homeland, la principal diferencia es que el guión de la película borra del mapa la sexualidad de Maya. Esto explica el tono de Juana de Arco en la construcción del personaje, cuya identidad se reinventa de modo incesante, lejos de las exigencias patriarcales. Maya no encaja en ninguna parte, disfrazando a menudo su apariencia física y transformando su lenguaje corporal. Bin Laden es su único interés en toda la película, un hombre cuyo cadáver nunca se llega a ver. En definitiva, La noche más oscura demuestra que un papel femenino puede ser lo suficientemente consistente y serio como para concentrar la atención del espectador sin recurrir a ningún cliché tal como la pareja masculina que la apoye.

    • English

      Based on the theory that Zero Dark Thirty can be described as the authentic chick flick, the present paper explores the precedents, effects and potential of a female protagonist with no trace of a sentimental subplot in a Hollywood production. Maya responds to the evolution of three legendary parts in contemporary cinema: Ripley, Sarah Connor and Clarice Sterling. Obviously compared to Carrie Mathison from Homeland, the main difference is that the screenplay of the film erases Maya’s sexuality. This explains the Joan of Arc tone in the construction of the character, whose identity is incessantly being reinvented, away from patriarchal demands. Maya does not fit in anywhere, often disguising her appearance and transforming her body language. Bin Laden is her only concern in the entire feature, a man whose corpse is never seen. In the end, Zero Dark Thirty proves that a female role can be consistent and serious enough to concentrate the spectator’s attention without recurring to any cliché like the supporting male partner.


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