En estas páginas se aborda la escasa formación lingüística de los futuros juristas en España. Esta formación insuficiente resulta una verdadera paradoja en el caso de estos profesionales que deben manejar con soltura la palabra tanto de forma oral como escrita. Se exponen algunos de los errores comunes cometidos por los juristas en su expresión. Proponemos recomendaciones que tiendan a suplir las carencias detectadas y que contribuyan a la formación real de los juristas en materia lingüística. A continuación, se han estudiado diversas iniciativas, tanto públicas como privadas, que se producen en este campo formativo. Posteriormente, nos centramos en el análisis de algunos modelos de enseñanza que incluyen, con diverso grado de dedicación, formación en el dominio del lenguaje por parte de los juristas.
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