En la historia de Europa, la locura ha estado asociada a dos fenómenos: el tránsito y el confinamiento. Aunque aparentemente antagónicos, estos dos fenómenos conforman un estar obsceno, entendiendo este término en su sentido etimológico de fuera de escena. En este texto, y tomando como referencia los datos de mi trabajo etnográfico desde la década de los noventa en la red de salud mental de Cataluña, se argumenta que el «estar obs-ceno» se deriva de la especial refracción de la locura con los procesos de hegemonía, persuasión e inculcación que operan habitualmente en la vida social y, en particular, con su opacidad no a la razón, como generalmente se invoca, sino al sentido común entendido como sistema cultural. Esta refracción es la que induce a una gestión de la locura en los sistemas expertos que busca subsumir la vivencia de los afectados en categorías nosológicas previsibles.
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