En el presente trabajo haremos referencia a la experiencia de formación en el marco de las prácticas profesionales supervisadas (PPS) de la carrera de Psicología, realizada en una escuela secundaria para adultos ubicada en la zona sur de la ciudad de Córdoba. Nuestra intención es conectar la teoría con los desafíos reales que presentan las escuelas insertas en contextos vulnerables, cómo se va construyendo el rol del psicólogo y cuáles son los dispositivos de intervención que se pueden desplegar teniendo en cuenta el contexto institucional.
Nos proponemos pensar el rol del psicólogo dentro del contexto educativo desde nuestra experiencia en dicha Institución. Teniendo en cuenta el desempeño de los profesionales, atendiendo a las vicisitudes que surgen en la cotidianidad de sus prácticas, detectando los desafíos a los que se enfrentan y cómo a partir de éstos emergen mecanismos de construcción y deconstrucción del rol. Se atenderá a las múltiples situaciones que se presentan en la actualidad, dentro del ámbito educativo. Dicha complejidad queda representada en todos los actores involucrados, en una estrecha relación dialógica entre la comunidad educativa, la sociedad, las demandas y/ o pedidos de intervenciones.
El diálogo entre la Psicología y la sociedad es una instancia que requiere capacidades de apertura, reflexión y autocrítica para abordar problemáticas cada vez más complejas que van desafiando posicionamientos hegemónicos del rol del psicólogo en distintos contextos de la práctica.
Si se comprende “el rol del psicólogo como histórico y social, mediado por la institución educativa concreta en la que trabaja, con sus características, su organización, su cultura, su ‘estilo’ y los movimientos progresivos y regresivos” (Erausquin,C; Bur, R; Ródenas, A; 2001, p.193) observaremos que, en la trama del ámbito educativo, surgen diversas contradicciones, desde lo que se demanda, se espera e interpela respecto a la función del mismo.
Hay una tendencia a “naturalizar” las crisis, los conflictos, las dificultades o problemas como desde “fuera” de la escuela. Esto puede llevar, como expresa Greco, (2014, p.12) a “culpabilizar a las víctimas de una sociedad que instala formas diversas de desigualdad, fragmentando espacios, segmentando la educación por sector social, género, capacidades intelectuales, etc”. Uno de los desafíos del rol del psicólogo será poner en tensión y problematizar estos posicionamientos para revisarlos, deconstruirlos y resignificarlos para evitar “la victimización, culpabilización o patologización de los sujetos” y para proponer dispositivos de intervención que respondan a la complejidad de la trama educativa.
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