Zaida Samantha García Valecillo
Los Centros Históricos son espacios de interacción social, capaz de representar la memoria e identidad de una comunidad o individuo en su pasado, presente y futuro. Sin embargo, cada día podemos observar cómo esos espacios pierden significado para las personas que habitan el lugar hasta llegar a su olvido. Es aquí donde el patrimonio cultural se le declara su muerte social. Cuando éste solo puede albergar una actividad económica o peor aun, se convierte en un obstáculo en las vidas de sus moradores. Cuando sus valores patrimoniales sólo importa a los profesionales. En tal sentido, la educación patrimonial dentro de los Centros Históricos es una vía para la valoración del patrimonio y la diversidad cultural local. Esto implica generar procesos educativos desde los espacios patrimoniales cuya área de actuación sea la participación de las comunidades del lugar en la valoración de su patrimonio material e inmaterial. El reto es construir nuevas significaciones a través de la reinterpretación del patrimonio, dándole un sentido de pertenencia dentro de la vida cotidiana. La educación patrimonial surge como un área emergente dentro de la gestión del patrimonio y cuyos objetivos están dirigidos a las percepciones y valores que tienen las personas frente al patrimonio. Por ello, se requiere establecer estrategias educativas para la construcción de una ciudadanía cultural que vea el patrimonio como un espacio de complicidad social, que se renueva cada día.
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