Puede ser que “raro” resulte un adjetivo poco crítico o ajeno a la jerga teórica para referirse a un autor y su obra. Sin embargo, Rubén Darío y Pere Gimferrer titularon, por cuenta propia, Los raros a sendos libros. La antología realizada por el poeta nicaragüense destaca, pues en ella reunió a Poe, Verlaine, Lautréamont, Ibsen y otras plumas de estilo distinto entre sí y, sobre todo, distinto de la tradición hispánica. Al amparo de este breve pasaje de la literatura, vale llamar “rara”, por inclasificable, a la obra de Mario Bellatin (1960), dado que los recursos estilísticos que emplea suelen pertenecer a diversos géneros. Antes que ceñirse a un formato genérico particular, experimenta con imágenes, la caja tipográfica, emplea didascalias o incluye personajes partícipes de más de una de sus obras.
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