Este texto aborda una resignificación del concepto de trabajo que se sostiene en un cambio de civilización. Una civilización patriarcal y antiquísima que cae por la lucha pacífica de las mujeres y que arrastra al capitalismo en su decadencia, una de sus más recientes y depredadoras creaciones. Y una nueva civilización naciente, precisamente en este contexto de crisis, para la que es necesario repensar, como hace la OIT, el trabajo como paradigma de una existencia con sentido, como acción humana necesaria para sostener la vida. Para ello, se propone la necesidad política de un nuevo pacto sexual y colectivo, que tenga el trabajo como fuente original de riqueza, de sentido y dignidad
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