La optimización del hormigón y sus estructuras es un proceso integrado que debe abarcar todas las etapas del proceso constructivo e incorporar los requisitos correspondientes a cada uno de los sujetos que intervienen en las mismas: propietario, proyectista, constructor, fabricante del hormigón, usuario. Dentro de este proceso transversal, el papel del calculista es de gran importancia, ya que se sitúa en primeras etapas, aunque con frecuencia desarrolla un papel muy reactivo. En este artículo se expresan reflexiones sobre el cambio que requiere afrontar el calculista para hacer un papel más activo, dentro de un contexto más global de preocupación por la búsqueda de una solución óptima desde distintos puntos de vista.
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