La crisis económica supone un severo desafío para los plurifacéticos procesos de integración social de los inmigrantes. En este artículo se utiliza un novedoso sistema de indicadores para discernir avances y retrocesos de la integración durante el primer tramo de la crisis (2007-2010/11). Como era de esperar, el declive del mercado laboral afectó más a la población extranjera que la española, y su bienestar material también empeoró en mayor medida. Sin embargo, otros ámbitos se resistieron a esa trayectoria a la baja: la situación administrativa de los inmigrantes mejoró apreciablemente y la calidad de sus relaciones sociales se mantuvo estable. Este hallazgo evidencia un notable grado de independencia relativa de los procesos de integración en distintos ámbitos.
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