Joaquín Arango, Ramón Mahía Casado, David Moya Malapeira, Elena Sánchez Montijano
Desde hace ya bastantes años, la inmigración se ha situado en el centro de la atención pública y de la arena política en Europa. Pero nunca lo había hecho con tanta intensidad como en 2015 y 2016. En estos dos años la gran protagonista, a su pesar, ha sido la inmigración forzosa, personificada en el millón muy largo de refugiados que, principalmente a través del Mediterráneo, han entrado en Europa procedentes de Siria, Afganistán, Irak, Somalia y otros países que atraviesan circunstancias trágicas. Ello ha dado lugar a la mal llamada «crisis de los refugiados», en su doble vertiente de masiva catástrofe humanitaria y de gravísima crisis para la Unión Europea. Se trata de una crisis multidimensional que, como señala el artículo de Joaquín Arango, está suponiendo un colapso del sistema europeo de asilo y refugio; una falla sistémica de la solidaridad hacia los migrantes forzosos y entre los estados miembros; reiteradas vulneraciones de la legislación comunitaria e internacional; una peligrosa erosión de la autoridad de las instituciones comunitarias; una amenaza para la libre circulación en el espacio Schengen; una agudización de las fracturas Norte-Sur y Este-Oeste en la UE; y una inyección de combustible para el ascenso de la xenofobia, los sentimientos antiinmigración y el euroescepticismo.
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