La crisis ha reducido las entradas por reagrupación familiar debido a un aumento de las denegaciones y una caída de las solicitudes derivada de las dificultades económicas que atraviesan los inmigrantes y el endurecimiento de los requisitos legales. Esta caída corresponde casi en exclusiva a los no-comunitarios, para los comunitarios apenas se ha producido variación. Las diferencias entre ambos cualitativas: los comunitarios reagrupan mayoritariamente a sus cónyuges y ascendientes, mientras que los no comunitarios reagrupan sobre todo a descendientes. Por último, la mayor precariedad legal de los reagrupados por régimen general se refleja también en autorizaciones de muy corta duración y sometidas a requisitos económicos de renovación más exigentes, lo que amenaza con complicar más aún la vida de las familias reagrupadas
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