La imagen resulta familiar: arriba, personas responsables se preocupan por lo racional, lo posible, lo razonable, mientras que los de abajo, constantemente ingratos, imputan a sus dirigentes una serie de maldades. Pero, ¿no proviene más bien la obsesión por la conspiración de los estratos más elevados de la sociedad? Los periodistas, retomando las ideas del poder, también apuestan por esta fijación.
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