Las reliquias de santos, aunque no fueron veneradas en un principio, con el paso de los siglos cobraron un especial interés para la Iglesia católica. Eso sí, entre todas ellas destacan los restos de la Vera Cruz, aquella en la que Jesucristo fue crucificado, y de la cual hoy se atesoran algunos fragmentos en el monasterio español de Santo Toribio de Liébana (Cantabria).
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