La clave para el desarrollo de ciertas habilidades emocionales, así como para acompañar los procesos madurativos y educativos de las mismas en los demás, está en encontrarnos primero con nuestras propias heridas emocionales, en analizar las estrategias y gestión que hemos hecho de ellas hasta el momento y, en buscar el camino de la reconciliación entre ambas cuestiones. De ese modo podremos ofrecer a los demás una conexión emocional pura, libre de nuestras propias cargas, y que favorece en el otro un desarrollo genuino conectado con su propio ser y que le permitirá afrontar la vida sin miedo, afrontar la vida desde la confianza
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