El todavía elevado volumen de activos dudosos presentes en el conjunto del sistema bancario europeo es una de las principales preocupaciones de las instituciones europeas, siendo la reducción de los mismos uno de los objetivos más relevantes de los próximos ejercidos, debido al importante lastre que suponen para la generación de rentabilidad. En España, la morosidad alcanzó niveles muy elevados, principalmente por la crisis inmobiliaria; pero desde 2014 se observa una importante mejora de la calidad crediticia que, unida a los procesos de recuperación y al importante peso de las adjudicaciones de inmuebles, ha derivado en la caída de la morosidad.
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