El incremento del consumo de los hogares desde el inicio de la recuperación en 2014 ha sido muy significativo; sin embargo, una vez recuperado el nivel de PIB previo a la crisis, el gasto de los hogares se mantiene aún por debajo de su máximo de 2008. Las perspectivas en el corto plazo son favorables y se espera que las familias continúen aumentando su consumo, debido a la persistencia de una cierta demanda embalsada tras la fuerte caída del consumo de bienes duraderos entre 2008 y 2013. Para ello, será necesario que el gasto familiar siga apoyándose en la mejora de la renta y de la confianza. El deterioro de estos determinantes fundamentales podría poner en riesgo la sostenibilidad del avance del consumo de los hogares en el medio plazo.
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