Tras haber sido apoyo necesario para la aprobación de las cuentas públicas del Estado, el Partido Nacionalista Vasco comienza a desmarcarse de sus aproximaciones a La Moncloa con el conflicto catalán al fondo, dejando en el aire las finanzas nacionales de 2018 y la estabilidad de la legislatura. El Gobierno juega la baza de las transferencias pendientes y la aproximación de los presos para forzar la negociación, pero la factura que el partido de Urkullu podría pagar por su foto junto a Rajoy y Montoro le va marcando la senda del alejamiento.
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