Diversas iniciativas legislativas para tratar de atajar la constante injusticia que se plasma en las diferencias salariales entre hombres y mujeres en nuestro país aterrizan estos días en el Parlamento. Un problema que, por otra parte, es universal. Esta desigualdad se da también en el resto del Viejo Continente, del mundo industrializado y, por supuesto, en los países en vías de desarrollo. Pese a los llamamientos y las evidencias, el injustificable desequilibrio se ha convertido en una lacra que no será fácil de erradicar.
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