Seis de enero, año primero de la era cristiana, Melchor, Gaspar y Baltasar agasajan al Niño Dios recién nacido. Oro, incienso y mirra son los primeros regalos de la primera Navidad. Diciembre, mil novecientos noventa años después, las calles, comercios y ciudadanos en general, herederos de la cristiandad, se preparan para festejar aquella Natividad. Anunciantes y medios de comunicación son la versión moderna de los viejos Reyes Magos. El amor, la paz, los buenos sentimientos, la lotería, los regalos, el turrón y el cava se han convertido en el envoltorio de aquel acontecimiento. El gran consumo es -transcurridos casi treinta siglos- la estrella que guía a las sociedades ricas de Occidente hacia el reencuentro con la Navidad.
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