La sociedad cartaginesa de mediados del siglo XVIII es sumamente diferenciada. En la cúpula de la pirámide social encontramos un grupo dominante que como rasgo particular acusa la posesión de un amplio contingente de criados y esclavos.Don José Antonio de Oreamuno y su esposa doña María Catalina de Ibarra y Moya -claros representantes de dicho grupo- expidieron su testamento mancomunado en el año de 1775, y en la XV cláusula declararon que era su voluntad.
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