Con la “democratización” informativa y la banalización de los contenidos mediáticos queda hecha trizas la labor de intermediación y el poder prescriptivo de los medios. Donald Trump ha logrado demostrar a la sociedad de su país y a sus medios que no precisaba de su concurso sino que los batía mediante la alternativa tecnológica y ciudadana que ha destrozado la intermediación. Trump no requiere de “sala de prensa”. La tiene en sus manos con ciento cuarenta caracteres y un teléfono inteligente
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