Los reportes iniciales sobre la presencia de moscas de la fruta en el Ecuador se conocen desde 1925 por medio de J. Aldrich, pero el primer investigador ecuatoriano que las estudió fue el famoso epidemiólogo doctor Francisco Campos en 1938, en esa fecha entomólogo honorario del Departamento de Agricultura, destacando que las especies de moscas de la fruta estudiadas fueron del género Anastrepha. En 1976 ingresó por la frontera sur la mosca del Mediterráneo (Ceratitis capitata), complicando los problemas fitosanitarios de nuestra fruticultura. Desde esa fecha destacan los estudios de la Comisión de Energía Atómica a cargo de Julio Molineros, luego, con respecto al complejo de Anastrepha, se identificó entre 1981 y 1983 la existencia de 11 especies, en el período 1992- 1993 el número de especies iden- tificadas subió a 28 y en 1998 Juan Tigreros describe 31 especies provenientes de Costa, Sierra y Amazonía, comprobando así su amplia distribución y consiguiente amenaza a la fruticultura nacional. El daño que ocasionan a las frutas se inicia a partir del orificio que hace la hembra para ovipositar, el mismo que sirve para el ingreso de agentes patógenos como hongos y bacterias, pero el daño más importante lo hacen las larvas o estad inmaduros del insecto que barrenan los frutos , provocan su caída y destrucción total con la invasiónde organismos secundarios que producen pudriciones. Los problemas ocasionados por moscas de la fruta justificaron inicialmente la atención de los fruticultores de la región interandina, pero actualmente las 10.000 hectáreas de mango dedicadas a la exportación en Guayas y Los Ríos han requerido del interés de sus cultivadores por las rigurosas medidas que exigen los países compradores de la fruta.
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