En el origen de la Biblia juega un papel decisivo la liturgia, tanto la judía (para el Antiguo Testamento) como la cristiana (para el Nuevo Testamento). No debemos olvidar que, en las culturas antiguas, solo un tanto por ciento muy reducido de la población sabía leer. La Palabra de Dios se hace Escritura para ser proclamada al pueblo en la liturgia, más que para ser leída en privado. Tanto en el proceso de formación de los libros (que podía durar siglos, según se halla testimoniado en Jeremías) como en su posterior transmisión manuscrita, el uso litúrgico dejará una huella que todavía hoy puede reconocerse.
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