El 16 de abril de 1746, cerca de Inverness, en el norte de Escocia, las fuerzas británicas y jacobitas libraron la batalla decisiva. Al contrario que en las ocasiones previas, los casacas rojas estaban al mando de un líder habilidoso, el duque de Cumberland, y los británicos pudieron hacer un buen uso de su artillería. Los jacobitas, sin embargo, no se arredraron y estuvieron cerca de cambiar el curso de la batalla con una feroz carga en la que, según un testimonio, embistieron contra la línea enemiga “como jaurías de lobos hambrientos”.
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