En origen una representación abstracta de la ira bien encauzada, Némesis pronto se convirtió en una poderosa deidad del panteón grecorromano y su culto cobró cierta popularidad durante el periodo romano y la Antigüedad Tardía. Uno de los atributos más característicos de Némesis durante la etapa imperial es su intensa presencia en monumentos destinados a espectáculos de todo el territorio del Imperio, desde Britania hasta el Mar Negro. La arqueología nos ofrece firmes testimonios de la conexión existente entre esta divinidad, los monumentos destinados a espectáculos y los combates gladiatorios y cacerías de bestias que allí se celebraban. Tales testimonios comprenden desde santuarios excavados o documentados en el interior de teatros, anfiteatros y estadios, hasta pinturas murales y material escultórico (estatuas, relieves, altares) hallados en estos edificios, así como inscripciones que confirman la relación entre Némesis y los juegos a través de su texto y la identidad de los dedicantes.
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