Todo está perdido con la violencia terrorista, nada se logra ni con la destrucción ciega ni con el odio. Todo está perdido con el fanatismo intransigente, todo está perdido con las espirales de violencia, todo está perdido con la complicidad silenciosa, todo está perdido con la ingenuidad y la banalización de los problemas. El bien común es frágil. Es la hora de la responsabilidad, no de la frivolidad; es la hora de la decencia, no de la cobardía; es la hora de la unidad democrática y cívica, no del enfrentamiento estéril.
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