Cuando todavía nos encontrábamos bajo el shock de los recientes atentados en Manchester y Londres, los teletipos informaban –al cierre de esta edición– de otros nuevos ataques reivindicados por el yihadismo: uno, en París, a cargo de un lobo solitario que atacaba a un gendarme junto a la parisina catedral de Nôtre Dame, y otro, en Teherán (Irán), de consecuencias mucho más graves, con al menos, una docena de personas muertas.
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