Julio Calvo Serrano, Fabián García Carrillo, Juan Manuel Santiago Zaragoza
Mellah, en Marruecos, es el barrio amurallado de algunas ciudades donde fue obligada a residir la minoría judía, en un contexto musulmán dominante, con libertad religiosa y cierta autonomía. De origen y características diversas, todos se aíslan de la ciudad, aunque reproducen su misma estructura urbana. Fueron efecto del ejercicio del poder en el Marruecos pre-colonial; cada nueva dinastía creó un barrio exclusivo para los judíos, minoría dhimmi, según la Ley Islámica, que quedaba bajo la protección del Sultán. La vida en el mellah (no asimilable al gueto europeo), conformó una identidad judeo-marroquí específica, tanto, como su compleja relación con la comunidad musulmana de la medina, pues ambos espacios constituyen una misma estructura de convivencia, manifestaciones, no tan diferentes, de una misma historia que afectó, de diversa manera, a ambas comunidades. El concepto de ciudad islámica lo forjan los orientalistas franceses de Argel que, bajo el espíritu colonial, defendían que su “desorden urbano” era resultado de la desorganización social; la segregación del mellah sería un efecto más. En este esquema preconcebido y simplista, las comunidades minoritarias son marginales, excepciones a la “verdadera esencia” de la ciudad musulmana. Los siguientes estudiosos, aunque consideraron cada ciudad en su contexto, reconociendo las diferencias de las sociedades que las componían, raramente contemplaron la interacción e influencia entre mellah y medina. La tradición jurídica islámica tuvo una influencia doble en la conformación de las medinas: regulando el espacio público y privado; y con las estipulaciones específicas para las minorías, si bien los resultados no fueron iguales en todas partes. El mellah, especificidad de las medinas marroquíes, fue uno de sus barrios constituyentes; la porosidad entre ellos reflejaba las mismas relaciones comunitarias; eran espacios de interrelación. En este trabajo se cuestiona cualquier enfoque excluyente, reinsertando el espacio de la minoría en la lectura general de la ciudad islámica del occidente mediterráneo, considerando esta como una composición de múltiples elementos conectados que evolucionan paralelamente en el tiempo, en su forma, condicionada por las necesidades y contingencias derivadas de todos sus habitantes, incluidos los grupos de las minorías que, en todo momento, han formado parte de ella.
The mellah, in Morocco, is the walled quarter of certain cities where the Jewish minority was forced to live in a dominant Muslim context though they enjoyed religious freedom and some degree of autonomy. Of different origins and with varying features, all of them were isolated from the city, but they repeated the same urban structure. They showed the exercise of power in pre-colonial Morocco: each new dynasty created an exclusive neighborhood for Jews, dhimmis according to Islamic law, under the protection of the Sultan. Life in the mellah (which cannot be compared to the European ghetto) possessed a specific Judeo-Moroccan identity, parallel to its complex relationship with the Muslim community in the Medina. Both spaces constitute a single structure of coexistence, manifestations, not so different, of the same story that affected, in different ways, both communities. The concept of the Islamic city was forged by the French orientalists of Algiers who, in the colonial spirit, argued that its “urban disorder” was a result of social disorganization. In these terms, the segregation of the mellah would be one effect of this. In this preconceived and simplistic scheme, minority communities are marginal exceptions to the “true essence” of the Islamic city. Although later scholars considered each city in its context, and recognized the differences between their societies, they rarely observed the interaction and mutual influence between mellah and medina. Islamic legal tradition had a double influence in shaping the medinas: regulating public and private space; and in the specific rules for minorities. However, the results were not the same everywhere. The mellah, a peculiarity of the Moroccan medinas, was one of its constituent districts; porosity between mellah and medina reflected inter-communal relations. They were spaces of interrelation. In this paper any exclusionary approach is questioned, and the minority is reinserted in a broad reading of the Islamic city of the western Mediterranean, considering this as a composite of multiple and parallel connected elements that evolved over time, conditioned by the needs and contingencies arising among all its inhabitants, including minority groups, over history.
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