La prostitución constituye una de las prácticas culturales más recurrentes en los imaginarios literarios del siglo XIX. Si bien el burdel es su espacio por antonomasia y marca una determinada experiencia de sociabilidad, la prostitución tiene una presencia ambigua y tentacular en otros entornos. En este trabajo me voy a interesar por los entornos ligados a los espectáculos populares, en los que la prostitución forma parte sustantiva de una experiencia de ocio urbana e interclasista. Más allá de mostrar las conexiones entre el mundo de la prostitución y el del espectáculo, mi objetivo es mostrar cómo tal confluencia supone una modificación radical de la experiencia social del erotismo y del cuerpo femenino, en la que se inaugura lo que Felski (1995:20) denomina
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