Desde las salas de los casinos, lugares privilegiados de la sociabilidad masculina en el silgo XIX -y presencia recurrente en la narrativa realista-, señores y señoritos se dedican a actividades genuinamente viriles con las que entretener su ocio, mientras tejen redes con las que afianzan su posición económica y su poder social y político. El señoritismo, seña de identidad andaluza, ha sido ampliamente visitado por la literatura; señalamos, aquí, un enfoque distinto sobre esta cuestión, el que Juan Valera propone en "Pepita Jiménez" y que viene a constituirse en manual de instrucciones para consesguir que, en apenas cinco meses, un adolescente con ínfulas espirituales adquiera el atrezo de señorito andaluz. Entre los pasos a dar se incluye, precisamente, la forma de gestionar una sociabilidad que, en la Andalucía rural de la época, pasa por el casino.
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