De todas las rubias más o menos naturales y sofisticadas que proliferaron en el cine americano en la década de los 50, sólo una -Marilyn Monroe- puede ser considerada como una auténtica estrella. Aunque la Fox se esforzó en diseñar posibles alternativas, ninguna de ellas lograría ese puesto mítico de la inigualable intérprete de Niaágara o Los Caballeros las prefieren Rubias. Sin embargo, se ha forjado también una cierta leyenda alrededor de Jayne Mansfield y no precisamente por sus dotes de actriz sino por su espectacular perímetro torácico, sus numerosos escándalos y las trágicas circunstancias que rodearon su muerte.
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