Bailó con grandes bailarinas como Ginger Rogers, Rita Hayworth, Eleanor Powell, Cyd Charisse, Ann Miller, Vera-Ellen o Joan Leslie e incluso con actrices cuya especialidad no era la danza como Paulette Goddard, Andrey Hepburn o Joan Fontaine pero también lo hizo con su propia sombra, un perchero, una fregona, zapatos con alas, un bastón, una capa, en patines, a la pata coja o subiéndose por las paredes. El baile no tenía secretos para él y de su elegancia, porte y distinción dejó suficientes pruebas a través de sus muchas películas. Y cuando el peso de los años le obligó a colgar sus zapatos de baile, demostró que también era un buen actor de carácter capaz de meterse en el pellejo de otros personajes
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