Ayuda
Ir al contenido

Dialnet


Resumen de El uso de la vegetación en los proyectos de paisajismo

Rafael Narbona

  • El origen de la mayoría de los grandes parques urbanos clásicos está en la aplicación, desde finales del siglo XVIII, de medidas higienistas que contribuyeran a paliar las epidemias y carencias de salubridad en unas ciudades que ya apuntaban cuáles iban a ser sus grandes problemas: contaminación, hacinamiento y desigualdad. Es decir, fueron una clara herramienta de salud pública. Conforme han seguido creciendo las ciudades, han seguido creciendo sus problemas de salud ambiental, ocasionando un número cada vez mayor de enfermos y decesos por su directa causa. Es evidente que aquellas medidas tomadas por el “destemple” del aire urbano y sus perniciosas consecuencias, no han sido seguidas en la medida en que las condiciones ambientales que las iniciaron se incrementaban exponencialmente, y aparecían nuevos problemas, como, por ejemplo, el incremento del daño causado por las radicaciones solares por el debilitamiento de las capas atmosféricas de protección.

    La práctica totalidad de los elementos que forman la ciudad, ya sean muebles o inmuebles, contribuyen a incrementar este problema de carencia de salubridad urbana: impermeabilización, contaminación térmica, contaminación acústica, contaminación química, estrés, agresividad, feísmo, crimen, angustia, ansiedad, soledad, inseguridad, etc. La lista podría ser casi interminable. Mientras todos los problemas crecen, y las ciudades siguen diseñándose sin solución de continuidad, la única herramienta posible de equilibrio pierde poco a poco su carácter protector y curativo para convertirse en un ejercicio de diseño con consideraciones puramente ornamentales. Y su elemento fundamental –la vegetación, y de ella la más rentable –el árbol, se somete a cualquier designio por encima de sus valores más importantes: aislar, descontaminar, refrescar, educar, respirar, cobijar, etc., es decir, dar vida a través de su función regenerativa del ambiente urbano.

    No toda la vegetación, ni todo árbol, pueden cumplir con este importante propósito en las diferentes localizaciones geográfica de las ciudades, ni en las diferentes morfologías urbanas. Más allá de modas o manías, la adecuada elección y selección del arbolado –y del resto de la vegetación, incluidas las praderas, nos permitirá acertar o fracasar en esta en nuestro quehacer como proyectistas o administradores. Y, en este caso, el error tiene consecuencias desastrosas para la salud pública, que es, la de los ciudadanos.


Fundación Dialnet

Dialnet Plus

  • Más información sobre Dialnet Plus