Los biólogos evolutivos han recurrido tradicionalmente a la geografía para explicar el surgimiento de las especies nuevas.
Según la explicación clásica, cuando dos poblaciones de una especie ancestral quedan separadas por una barrera geográfica que impide todo contacto reproductivo, cada una emprende su propio camino evolutivo.
Las poblaciones de orcas parecen estar siguiendo sendas divergentes pese a la ausencia de barreras geográficas que las separen.
Cada vez hay más indicios de que las diferencias culturales vinculadas con la adquisición del alimento son las responsables de ese proceso. Los hallazgos en la orca común suscitan preguntas acerca de la diversificación en otro grupo de seres vivos provistos de cultura: los miembros de la familia humana.
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