Que alguien transporte un piano de un lugar a otro, no tiene nada deextraordinario. Pero que alguien haga traer un piano desde Alemania hasta elcorazón de las montañas santandereanas, con las dificultades colosales que esetraslado significaba en el siglo XIX, sí tiene algo de locura, de romanticismo o demaravilloso... o las tres cosas juntas.
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